El diario que no volví a abrir

Crecieron juntos desde preescolar, cuando el mundo cabía en una alfombra con números y el mapa era corto: tienda, cancha, malecón, potrero. Entre pulseras trenzadas, primeras fiestas, huapangos, béisbol al polvo y amaneceres en el campo, aprendieron que estar juntos hacía menos difícil entenderse. Años después, el regreso enciende lo que se apagó: el miedo de Kiara a hablar en voz alta, el silencio de Alan que también es fuerza, y la huella luminosa de Farid en cada esquina.

Esta es una historia de amistad que madura y aprende nuevas formas de sostenerse. No se trata de arreglarse, sino de acompañarse distinto: caminar el pasado sin quedarse a vivir ahí y cumplir la regla nueva que ahora guía todo: si el pasado nos llama, vamos; pero volvemos con algo. Con humor, ternura y símbolos que anclan-la pulsera roja, la moneda, la jarana, el cuaderno-Nerea cuenta cómo volver a casa también puede ser elegir otra vez.