Cuando a Yeonjun le brotaron cuernos de siervo, la aldea lo llamó monstruo y lo expulsó entre fuego y piedras. Con el cabello anaranjado brillando bajo la luna, huyó hacia el bosque prohibido, un lugar donde nadie se atrevía a entrar. Allí, entre sombras y susurros, encontró a Beomgyu, un muchacho con alas que también había sido rechazado por ser diferente. Dos almas marcadas, unidas en la soledad... y en el bosque, descubrirán que la verdadera monstruosidad no siempre está en lo visible, sino en el corazón humano.