La luz del sol apenas se filtraba por las cortinas cuando los suaves golpes en la puerta rompieron la tranquilidad de Min Yoongi. Cada sonido retumbaba en su cabeza como un presagio de caos. Con el ceño fruncido y el corazón latiendo un poco más rápido, abrió la puerta... y se encontró con un pequeño rostro que parecía conocido, aunque él no podía ubicarlo.
-Hola... ¿Eres Min Yoongi? -dijo el niño con voz temblorosa, sujetando con fuerza una pequeña mochila-. Soy Ji-hu... tu hijo.
Yoongi retrocedió un paso, como si el aire mismo se hubiera vuelto pesado. Su mente se quedó en blanco. La incredulidad le helaba la sangre.
-¿Qué...? -susurró, tartamudeando-. Lo siento, mocoso, pero... yo no tengo hijos.
-¡Claro que sí! -interrumpió Ji-hu, con los ojos brillantes, llenos de esperanza y un poco de miedo-. Tal vez recuerdes a Park Jimin... lo conociste en aquella fiesta. Él es mi otro papá.
Yoongi se quedó en silencio, las palabras del niño golpeándolo más fuerte que cualquier trago o fiesta que hubiera vivido. Su mundo, su rutina, todo lo que creía firme y controlado, se tambaleaba. Y allí, frente a él, estaba la prueba de que el pasado nunca olvida... y que algunas verdades llegan a tu puerta cuando menos las esperas.
"A veces, el pasado no toca a tu puerta con recuerdos... sino con ojos inocentes que reclaman un lugar en tu vida."