
Hoy desperté primero que los gallos, como una sala desnuda esperando habitarse de descuidos y terquedades. Desperté y ella seguía allí, dormida en otro cuarto con los dedos solos volviéndose sangre, pensando en lo imposible de un mundo que comience solo cuando una bestia cante y en un hombre que viva en él. También ella cantó su gemido, para arrebatarme la vida con sus mares primordiales. Cantó, y las paredes se agolparon a escucharle, como orquesta de hombres planos de hierba blanca a los que luego arrastraría la lluvia. Giré un poco cada cierto tiempo por la sal en mí, por el recuerdo anciano de aquellos días de ovaciones y banquetes, cuando el hambre era el signo zodiacal de la calle y un dedo era el sol de los desvalidos en una caja. Giré, di vueltas en mí, estático, como un satélite apagado lleno de escombros. Quise sacar el mar y su noche, pero la puerta era estrecha y ella estaba allí, al lado, durmiendo otros mundos y si la despertaba acabaría con ellos y su gente. Los gallos han llegado de nuevo, un cuerpo de nieve persiste en sus soledades, en sus estructuras escarchadas, tristes; si me acerco vendrá la primavera, los incendios en la hierba seca, el diluvio, las arcas, quizá un niño y moriremos, se acabará todo. Juan Ortiz Del libro <<Cuerpos en la orilla>> #poema #poetry #poesia #poema #juanortiz #escritor #escritoresAll Rights Reserved
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