
Milán siempre fue una ciudad de luces, vitrinas y lujo. Tiendas repletas de ropa que jamás estaría al alcance de Nabi. Ella, con dieciocho años, sabía lo que era pasar hambre, usar los mismos zapatos hasta que se rompieran y escuchar las burlas de quienes notaban su ropa gastada. No tenía padre, solo a su madre, que limpiaba casas para sobrevivir. A pesar de todo, Nabi había aprendido a sonreír. Caminaba cada día frente a esas tiendas, mirando con ilusión vestidos que nunca compraría, bolsos que jamás tendría, perfumes que solo podía imaginar. Y, aunque no poseía nada de eso, tenía un secreto guardado en su corazón: Hyunjin. Él era un hombre de veinticinco años, conocido por ser el hijo de los diseñadores más famosos de Italia, herederos de una fortuna que lo rodeaba de fanáticas, flashes y fama. Pero Hyunjin era un misterio. Nunca hablaba, nunca sonreía en público. Siempre estaba serio, frío, inalcanzable. Su belleza era un arma que atrapaba a cualquiera, pero él la detestaba. Odiaba todo: sus padres, su vida lujosa, su fama, sus fans. Lo único que lo mantenía cuerdo eran sus pinturas. Pasaba horas encerrado en su cuarto, manchándose las manos de óleo, escapando del mundo en cada trazo. Lamentablemente, había momentos en los que debía salir: eventos, cenas, pasarelas, entrevistas. Ahí volvía a ser el Hyunjin perfecto que todos admiraban, aunque por dentro estuviera vacío. Nabi lo veía a veces, entre la multitud de personas que gritaban su nombre. Ella no gritaba, no empujaba, no se disfrazaba de fanática. Solo se quedaba quieta, mirándolo de lejos, con el corazón acelerado. Lo amaba en silencio, aunque sabía que para él era invisible. Nunca la había visto. Pero lo que Nabi no sabía, era que los ojos de Hyunjin, cansados de todo, tarde o temprano encontrarían en ella algo distinto... algo real.All Rights Reserved
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