Es un trato, no un noviazgo: Parte II
Londres no es solo un escape para Becky, sino un lienzo en blanco. Luego de casi seis largos meses, sin una sola llamada de Freen en navidad o su cumpleaños, dio por terminada su relación. 
Inscrita en la universidad, carga una mochila de preguntas sin responder y un corazón fragmentado. Intentar pensar que algo malo le pasó a Freen, era menos doloroso que los verdaderos hechos. 
Pero al final de cuentas, ella lo sabía: Todo indicaba que Freen, solo la omitió de su vida. Santiago y Budsarin; apenas y daban vagas noticias de su mejor amiga. 
Becky se hizo un poco más rebelde de lo habitual, y como era de esperarse; siendo joven y atractiva, estaba llena de pretendientes, pero no deseaba conocer a nadie, no aceptaba regalos ni nada por estilo, era lo más directa posible para no tener que ilusionar a nadie como lo hicieron con ella. 
Entre clases de literatura, dos ruedas, y noches de café o bebidas, aprende a soltar su pasado. Sigue soñando con Freen, pero cada noche lo tolera más. 
Aparte de todos sus amigos que también ahora estudian y residen en Londres, conoció a Jude, un compañero de filosofía que le enseña a reír sin culpa, y en el fondo se interesa por ella como algo más que una amiga y compañera.  
Y Clara, una artista callejera que le muestra que sanar duele, pero no quema. Una chica que le enseña a vibrar "con la buena onda". 
Mientras Becky descubre que su vida puede ser más que un amor no correspondido, Freen lucha en silencio. 
En Canadá, enfrenta su mayor desafío: ser madre de Marcello, un niño de cinco años que terminó adorando con solo verlo. Cada carta que escribe para Becky termina en la chimenea. 
Sabe que su nueva prioridad es su hijo, y que Becky no odiaría al niño, pero si todo lo que significaba. Le envía rosas cada domingo, pero sin ninguna palabra de lo que pasaba.