Dicen que el amor verdadero nunca se olvida, aunque el tiempo pase, aunque la vida siga su curso y aunque el mundo crea que todo terminó. Entre luces, escenarios y canciones compartidas, Lucero y Mijares guardaron un secreto que jamás salió a la luz. Un secreto que no estaba hecho para revistas, ni para programas de televisión, sino para el silencio de sus miradas y la complicidad de su historia.
Sus hijos, ya adultos, jamás imaginaron que detrás de cada nota cantada en Juego de Voces había más que un recuerdo, había un eco de lo que alguna vez fue. Y aunque para todos ellos eran simplemente sus padres, con sus vidas separadas, pronto descubrirían que había un lazo invisible que nunca se rompió.
Porque algunos amores no mueren... simplemente se esconden en lo más profundo del corazón