Siempre fuiste tú

Se miraron durante años sin verse de verdad.
Compartieron una escudería.
Creyeron que tenían una amistad fuerte,
pero era más que eso.
No era coincidencia.
Era destino.
Era rojo.
Era amor.

Carlos llegaba desde McLaren con el peso de no haber correspondido a quien lo quiso de verdad, pero también con el anhelo de cumplir su sueño en Ferrari.
Charles con el corazón en pausa comenzaba su tercer año sin saber que el privilegio de ser el predestinado poco a poco se volvería presión.
Y sin planearlo, sin buscarlo, terminaron salvándose más de lo que imaginaron.

Esta historia transcurre en la misma línea de tiempo que "Después del silencio"
Los momentos se cruzan, pero el amor se cuenta desde otro lugar.