Dicen que el amor lo cura todo.
Mienten.
Yo lo vi.
Vi cómo se miraban como si el mundo se terminara dentro del otro.
Vi cómo cada beso era un intento de olvido... y cada herida, una manera de recordar.
Él no debía sentir.
Ella no debía existir.
Pero lo hicieron, y en ese acto condenaron todo lo que tocaban.
No hubo pureza, ni salvación. Solo un amor que se arrastraba por la carne, que dolía al respirar, que lo consumía todo.
Era hermoso. Era monstruoso.
Y nadie que los haya visto juntos volvió a creer en finales felices.
Porque cuando ellos se amaron, algo en el universo se quebró.
Y aún escucho el eco de su ruina...
como si el amor siguiera ardiendo en algún lugar donde ya no queda nada.
Hay amores que nacen del abismo, que respiran en las grietas del mundo.
Amores que no buscan salvar, sino poseer.
Él sintió lo que estaba prohibido.
Ella fue creada para destruir.
Y cuando se encontraron, el equilibrio se rompió.
Entre ellos no hubo promesas, solo fuego.
No hubo esperanza, solo destino.
Porque amar, a veces, no es unión...
Es colisión.
Esta no es una historia sobre el amor que florece, sino sobre el que consume.
El que convierte la devoción en fiebre,
la ternura en ruina,
y la necesidad en destino.
Amarse fue su forma de morir.
Y también, su única forma de existir.
Addison Rose Maris Montclair, hija de Ariel y Eric, creció protegida tras ser secuestrada por Úrsula. Sus únicos amigos eran Ben, el futuro rey de Auradon, y Jane, hija del Hada Madrina. Pero cuando sus padres deciden enviarla a Auradon para hacer nuevos amigos, no imaginaban que los hijos de los villanos también estarían allí.
Mientras todos temen a los VKs, Addison los apoya sin dudar. Pero cuando Mal regrese a la Isla de los Perdidos y piratas la secuestren junto a Ben, su lealtad será puesta a prueba. Peor aún... ¿qué pasará si se enamora de uno de sus enemigos naturales?