La Corona del Capo

Han pasado dos años desde que tomé el arma.

Dicen que el tiempo cura, pero en el hospital, el tiempo solo significa que la cama de Paolo sigue fría. Sigue durmiendo, y yo, a mis 22 años, sigo despierta. Tuve que dejar la chica que fui, justo al lado del cuerpo de Domenico.

Ahora soy la Capo. Llevo la corona que nadie quiso, una que me presiona la sien y me quita el sueño.

Mantengo los negocios limpios y los sucios. Doy órdenes y me aseguro de que se cumplan. Lo hago por el juramento que hice y por mi hijo de dos años. Él es el heredero y debe estar a salvo.

Pensé que ya había pagado el precio, pero el infierno siempre tiene deudas pendientes.

Estoy sola en este trono. La corona es pesada, pero no me la quitaré. Cada decisión que tomo es por mi hijo, es por el hombre que no puede luchar por sí mismo.

Mi único miedo es que, cuando Paolo despierte, ya no quede nada de la mujer que amó.

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