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La batalla era un caos. El cielo estaba cubierto de destellos verdes y naranjas, restos de la energía disparada por los invasores. Los héroes más grandes de la Tierra estaban esparcidos en distintos frentes: Jon Kent peleaba junto a Superman y Wonder Woman, mientras que Jay Nakamura, con sus habilidades de intangibilidad y comunicación, servía como apoyo, asegurando que nadie quedara atrás.
Pero un movimiento en falso lo separó de Jon: un rayo de energía abrió el suelo, aislándolo del resto del equipo. Jay emergió entre polvo y ruinas, intentando orientarse. No escuchaba la voz de Jon, solo explosiones y gritos lejanos.
Fue entonces cuando vio a dos figuras. Una capa negra ondeando en la penumbra, con el murciélago marcado en el pecho: Damian Wayne, el joven y calculador Robin. A su lado, una silueta más oscura, armada con un brillo letal en los ojos: Raspawn, el antihéroe con vínculos extraños al legado de Spawn y al linaje de Batman.
Jay tragó saliva. No era precisamente el dúo con el que esperaba quedarse atrapado.
-¿Y tú quién eres? -espetó Damian, con esa voz afilada que no conocía de diplomacia.
Antes de que Jay pudiera responder, una horda de soldados alienígenas irrumpió entre las sombras. Raspawn giró la cadena brillante que llevaba enrollada en el brazo y sonrió bajo la máscara.
-Las presentaciones pueden esperar.
Jay, sin Jon a su lado, se dio cuenta de algo: si quería sobrevivir, tendría que confiar en estos dos. Y, aunque no lo sabía aún, aquel sería el inicio de una alianza inesperada... un equipo tan peligroso como necesario.
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-Si yo muero-
-No lo harás -Damian trata de poner tanta autoridad en esas tres palabras como sea posible.
-Si muero, te doy permiso para hacer lo que quieras con el manto de Nightwing. Si quieres enterrarlo conmigo, si quieres dárselo a alguien que consideres digno, si... si me das el honor de usarlo tú mismo -a Dick se le entrecorta la respiración y le da una tos ronca.
-Lo que sea que decidas hacer con Nightwing, estaré cien presentes detrás de ti. Puede que no te parezca mucho, pero es mío, y ahora también es tuyo -una sonrisa de esperanza se dibuja en los labios de Dick y el corazón de Damian se entristece.
-Sé que quieres ser Batman, para llevar la prueba de tu legado, pero yo... sería un honor si llevaras mis colores -Dick jadea y Damian se vuelve cada vez menos seguro de que la ayuda llegue.