
Héctor lo miró con una ceja arqueada hasta casi tocar su línea de cabello. Una sonrisa lenta y cómplice se extendió por su rostro antes de soltar una carcajada. -Ferran, por favor, tu casa queda en la dirección opuesta. ¿No me digas que este viaje relámpago tiene que ver con cierto veterinario de ojos avellana y sonrisa que te desarma?All Rights Reserved
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