En el ala juvenil del Hospital St. Liora, donde los días se miden en respiraciones y esperanzas, dos chicas se encuentran sin buscarse:
Daniela Andrea Avanzini Llorente, una bailarina cubano-venezolana de Atlanta, ingresada por fibrosis quística, y Sophia Elizabeth Guevara Laforteza, una cantante filipina diagnosticada con anemia aplásica.
Ambas viven atrapadas entre máquinas, medicamentos y pasillos blancos, pero cuando se cruzan por primera vez en la sala de fisioterapia, algo se enciende. Daniela baila para no olvidar quién es; Sophia canta para no dejar de sentir. Desde ese día, la música y el movimiento se vuelven su manera de respirar.
Aunque comparten el mismo hospital, nunca están en la misma habitación, y los médicos -Manon Bennerman, cardióloga suiza, y Lara Rajagopalan, nefróloga india- intentan mantenerlas separadas, preocupadas de que se afecten emocionalmente. Pero el amor encuentra sus grietas en los horarios de visitas, en los reflejos del vidrio y en las cartas que esconden debajo de las almohadas.
En ese mundo pequeño donde los tubos y los cables sustituyen los escenarios, también viven Megan Meiyok Skindiel, una paciente china con enfermedad cardíaca leve, y Jeung Yoonchae, una joven coreana en remisión de cáncer. Ellas se convierten en su familia dentro del hospital: las que ríen, lloran y sueñan juntas, prometiendo salir algún día y ver el mar.
Con el paso del tiempo, la salud de Daniela se deteriora. Los tratamientos dejan de funcionar. Aun así, ella le pide a Sophia que cante una última vez, y mientras Sophia canta "por ti sigo viva", Daniela le sonríe y susurra su última frase:
> "Si algún día no puedo respirar, respírame tú."
Sophia sobrevive gracias a un trasplante de médula. Vive con la culpa y el amor mezclados en el pecho, pero siente que Daniela sigue allí, en cada inhalación, en cada nota que canta. Su vida se vuelve un homenaje: un suspiro prolongado que pertenece a las dos.
Dieciocho años después de haber sido expulsada por amar a quien no debía, Isabela regresa a la hacienda que alguna vez llamó hogar.
No busca venganza... sino respuestas, y tal vez una nueva oportunidad de empezar.
Allí la espera Graciela, la esposa de su hermanastro: una mujer marcada por el miedo, la pérdida y los silencios que Vicente dejó atrás.
Pero entre miradas contenidas, sonrisas robadas y heridas que el tiempo no logró borrar, Isabela se descubre dispuesta a ofrecerle a Graciela algo que ella ya no cree merecer: amor, ternura... y una felicidad que parece imposible.
Porque a veces, el destino te obliga a volver al lugar donde más dolió... solo para mostrarte que también puede ser donde finalmente aprendas a amar.