𝐃𝐨𝐧𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐥𝐮𝐧𝐚 𝐨𝐥𝐯𝐢𝐝𝐚 𝐬𝐮 𝐧𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞

Roma arde en silencio mientras el cielo se oscurece.
Dicen que cuando la luna olvida su nombre, las almas que una vez se amaron se buscan entre las sombras.
En los templos, los dioses guardan silencio. En las calles, los mortales temen.
Y en algún lugar entre ambos mundos, dos corazones vuelven a encontrarse -no porque el destino lo quiera, sino porque el olvido también tiene memoria.

Ella nació rodeada de mármol, poder y mentira. Él, encadenado al fuego y al silencio. Pero bajo la sombra de la luna, nada permanece puro: los dioses observan, las promesas se rompen, y la sangre recuerda lo que la historia intenta borrar.

El eclipse se acerca. La diosa de los caminos abre las puertas del abismo, y el mundo se detiene en el instante exacto en que la oscuridad besa a la luz.

Porque no hay amor sin sacrificio, ni destino sin caos.

Y cuando la luna olvida su nombre... el universo recuerda el nuestro.