
Entré a trabajar para la madre de Adele pensando que sería un empleo más. No esperaba terminar hablando con ella, compartiendo risas, silencios... ni mucho menos sentir esto. Ella es todo lo que no debería desear: famosa, complicada, inalcanzable. Y, sin embargo, cuando me mira, todo lo demás deja de importar. Quizás lo nuestro no sea lo correcto. Pero nadie nos advirtió que lo prohibido también puede sentirse como hogar.Alle Rechte vorbehalten