La hora en que todo muere. (En Proceso)

La joven y recién graduada Dra Kristen Harford es enviada a desempeñar su papel por primera vez en el remoto y lúgubre manicomio Alexandrie Everwood, enclavado en una musgosa colina envuelta perpetuamente en una neblina espesa. Para ella significa una increíble e irremplazable oportunidad, debido a que el lugar cuenta con una reputación turbia, incluyendo la misteriosa desaparición de pacientes.

Habiendo llegado al lugar es recibida por el Dr Joseph Thorne, el director del sanatorio, un hombre que a pesar de su carisma posee una mirada escalofriante; y por Agnes, la jefa de enfermeras, una figura imponente y silenciosa que parece estar en todas partes.

La Dra Kristen decide dar un recorrido por el nuevo centro y encuentra pacientes deambulando por los pasillos, algunos catatónicos y otros murmurando incoherencias en plenas sudoraciones, sin embargo, siente que algunos la miran con una lucidez que la perturba; y aquellos que yacen encerrados y atados en sus habitaciones son los que capturan más su atención.

Pero su curiosidad aumenta mucho más cuando uno de los pacientes la agarra del brazo y dice: "No confíes en los que ves, confía en los que no". A partir de ese instante comienza a rebuscar y analizar viejos archivos y documentos descubriendo ciertas irregularidades: Diagnósticos extremadamente apresurados, falta de información sobre los pacientes y sus ingresos, y lo más inquietante, varios pacientes dados de alta sin justificación y sin dejar rastro.

Kristen siente que fue cosa del destino ser enviada al sanatorio, trazando la nueva misión de desentrañar el perturbador e intrincado misterio, y para ello, se auxilia del diario de una paciente que encontró escondido en los cajones del Dr Thorne, Lucy, una chica que desapareció sin dejar rastro.