
Bakugou sentía la rabia como una chispa que le quemaba las venas, pero no era solo por perder en el campo. Era Shoto, su maldita presencia, esa forma de mirarlo que le hacía querer arrancarle la ropa y devorarlo entero. Cada vez que pensaba en él, su polla se endurecía, traicionándolo, y su corazón latía como si quisiera salírsele del pecho, como si Shoto fuera un veneno que no podía sacarse.All Rights Reserved