Era un hombre normal.
Tenía 20 años, trabajaba duro y vivía solo.
Su vida se resumía en el trabajo, la casa y los videojuegos.
Sobre todo los Souls.
Su favorito era Bloodborne, seguido de Dark Souls y Elden Ring.
Un día despertó... en el universo de Bloodborne.
Y lejos de emocionarse, se sintió perdido.
Jugar era una cosa; sobrevivir en esa pesadilla, otra muy distinta.
Tras incontables ciclos, atrapado en un bucle donde la Noche de Cacería nunca terminaba, logró romperlo.
Pero en lugar de volver a la Tierra, despertó en otro mundo:
uno de magia, dioses y aventureros. Danmachi.
Una mejora, sin duda... aunque sus recuerdos del hogar ya son poco más que ecos distantes.