Un viaje soñado al mundo de Inuyasha.

Edgar, un joven de diecinueve años con una carga de dolor y una afinidad mágica por el agua, encuentra un escape a su "caos moderno" cuando una grieta mística se abre en el asfalto. Al arrojarse al pozo, emerge en el Japón Feudal, directamente en la Aldea de Kaede, frente a la inusual comitiva de InuYasha, Kagome, Sango, Miroku y Shippo.
Presentándose como un "tritón" con el poder de la hidrokinesis, Edgar, impulsado por su filosofía de que "el destino conoce tu futuro, pero no tu final", se convierte rápidamente en un consejero inesperado.

Su estrategia y su serenidad son puestas a prueba de inmediato al ayudar a derrotar a un demonio de barro que teme la humedad, ganándose un respeto a regañadientes del testarudo híbrido.

La tensión emocional culmina en unas aguas termales, donde Edgar, harto de la hostilidad de InuYasha, usa su poder para encerrarlo en una jaula de agua caliente, obligándolo a confrontar su propia dualidad y miedo. Este acto, más terapéutico que combativo, rompe el hielo.
Tras un desayuno compartido y una sincera despedida, Edgar extiende la mano en señal de paz, dejando un beso fugaz como "recordatorio de bondad". Habiendo cumplido su propósito de dejar una huella de sinceridad y estrategia, regresa a su propio tiempo, sintiéndose ya no vacío, sino recargado con un nuevo propósito para ser el ancla que el destino requiere, en cualquier época.