Ferran, el joven rey alfa, sabio y respetado, y Pedri, el omega humilde, de corazón puro y alma dulce, viviendo en mundos completamente distintos pero destinados a encontrarse
-Para ser un humano... estás buenísimo.
Pau se dio la vuelta de un salto, un grito atrapado en su garganta.
-Oye, ¿y ese pan? Tiene aceitunas incrustadas- dijo el extraño, con un tono de voz profundo y lleno de desdén. -Qué asco.
Pedri solo pudo parpadear, su cerebro negándose a procesar la aparición. Abrió la boca para decir algo, para gritar, para preguntar, pero las palabras no salieron.
La combinación del susto, la incredulidad y el comentario absurdo sobre su pan fue la gota que colmó el vaso.