Inevitable

Mudarse a Madrid era el plan.
Empezar una nueva vida, trabajar en la biblioteca municipal, comprar plantas que no muriesen y, con suerte, dejar de meter la pata con los hombres.

Pero entonces apareció él.
Ace. El vecino del tercero. El que sonríe como si lo supiera todo y camina como si el mundo fuese suyo.
Demasiado guapo, demasiado seguro, demasiado... todo.

Noa intentó odiarlo. De verdad.
Pero resulta que el odio y el deseo a veces se parecen más de lo que una quisiera admitir.
Y entre discusiones absurdas, ascensores rotos y noches de calor, empezó a sospechar que resistirse a Ace era una batalla perdida.

Porque hay encuentros que descolocan, besos que queman y personas que llegan para poner tu vida patas arriba.
Y lo peor -o lo mejor- es que hay cosas que no se eligen.
Solo pasan.
Como él.
Como ella.
Como lo inevitable.

Entre el odio y el deseo, solo hay una puerta de por medio.