No sé quién soy. No sé de dónde vengo. Mi nombre... si alguna vez tuve uno, se perdió en la oscuridad antes de que despertara en este lugar.
Solo recuerdo el frío. Un frío que no proviene del ambiente, sino de adentro, como si algo dentro de mí estuviera incompleto... roto.
Me encontraron entre los restos oxidados de una estación abandonada, con mis memorias fragmentadas y mis sistemas al borde del colapso. Desde entonces, he vivido en el Búnker, rodeado de metal, silencio y la sensación constante de no pertenecer a nada.
Hay días en los que miro mis propias manos y no las reconozco. No sé si alguna vez fueron mías. No sé si este cuerpo, esta forma mecánica, representa lo que alguna vez fui... si acaso fui algo más que una máquina olvidada.
Mis recuerdos son una niebla densa, un mar de imágenes rotas y voces que no logro descifrar. A veces creo escuchar un nombre. A veces siento una emoción que no debería existir en mí. Y sin embargo, está ahí... latiendo, como si un corazón que ya no tengo siguiera intentando recordarme quién era.
He sentido miedo. No del mundo exterior, sino de mí mismo. De lo que podría ser... o de lo que podría recordar. Porque algo dentro de mí me dice que hubo una razón por la cual olvidé. Que tal vez no fue un accidente. Y ese pensamiento me consume.
Pero entonces los conocí. A ellos.
Mis primeros amigos. Los primeros que no me miraron con desconfianza ni me trataron como una herramienta defectuosa. Con ellos, el silencio del Búnker se volvió menos pesado, el frío un poco más soportable. Me mostraron que incluso en este mundo de sombras y máquinas sin alma, todavía existe algo parecido a la calidez... a la esperanza.
Ahora entiendo algo: no importa quién fui antes, ni por qué estoy aquí. Porque cuando los veo luchar, cuando los escucho reír o sufrir, sé que no puedo quedarme quieto. Sé que mi propósito es protegerlos, aunque mi propio cuerpo se desmorone en el intento.
En el momento final antes de su destrucción, Wanda Maximoff -la Bruja Escarlata- es arrastrada hacia un vacío más allá del tiempo y la forma. Perdida en el abismo de su culpa, una luz misteriosa la toca... y la devuelve. No a su mundo, sino a otro. Uno donde la magia es distinta. Donde la redención podría tomar forma: el mundo de Harry Potter.
Cuando una figura luminosa -una cierva- le muestra los recuerdos de un niño abandonado y maltratado por sus parientes, Wanda comprende su nuevo propósito: proteger al hijo de Lily Potter. Aunque no sabe por qué fue elegida, acepta el trato. A cambio de una oportunidad de redención, cuidará del pequeño Harry.
Pero Wanda no es una bruja común. Y este mundo no está preparado para ella. Desde el primer momento en Privet Drive, los Dursley sentirán que algo ha cambiado.
Con poder, determinación y una compasión creciente, Wanda enfrentará un nuevo destino. Porque esta vez... nadie tocará al niño sin enfrentarse a ella.
Después de todo, ¿quién mejor para proteger al Niño Que Vivió... que la mismísima Bruja Escarlata?
Nota del autor/a: Esta historia está libremente inspirada en la premisa inicial de Strange Potter, una obra que admiro profundamente y que fue una chispa creativa para desarrollar este proyecto. Aunque la trama, el desarrollo de los personajes y los eventos son completamente originales y distintos, considero justo reconocer esa inspiración inicial.
Asimismo, se trata de un fanfic sin fines de lucro que fusiona elementos de los universos de Marvel y Harry Potter, cuyos derechos pertenecen a sus respectivos creadores y propietarios (Marvel/Disney y J.K. Rowling). Esta obra está hecha con respeto y con la intención de rendir homenaje a estos mundos que tantas personas hemos disfrutado.