Minho y Han Jisung eran los más populares del instituto, conocidos por su belleza y carisma. Sin embargo, había un detalle que todos sabían: se llevaban fatal. Para su desgracia -y la diversión de sus compañeros-, el destino quiso que fueran compañeros de cuarto.
Lo suyo era una tragedia diaria. Pasaban el tiempo molestándose mutuamente, haciéndose bromas pesadas y discutiendo por cualquier cosa: desde la música que sonaba en la habitación hasta quién usaba más tiempo el baño. Vivir juntos era una guerra constante.
Pero, con el paso del tiempo, algo cambió.
Sin que se dieran cuenta, sus peleas comenzaron a ser menos intensas, y la convivencia se volvió más soportable... incluso divertida. A veces compartían risas, otras veces se quedaban despiertos hablando hasta tarde, y poco a poco, el odio se transformó en una extraña cercanía.
Han Jisung, más afectuoso y expresivo, comenzó a abrazar a Minho de vez en cuando, sin motivo aparente. Minho, por su parte, gruñía cada vez que ocurría.
Alicia Castillo nunca pensó que acabaría en un campo de fútbol. Obligada a inscribirse en el equipo universitario para ganar créditos, se dará cuenta de que no es lo suyo, hasta que choca con Ego una de las estrellas del equipo masculino.
Deberá pedirle ayuda aunque vaya en contra de sus deseos.
Lo que comienza con una colaboración forzada se acabará convirtiendo en algo mucho más complicado, acabando envueltos en un misterio que no se resolvió.