Todo comenzó una mañana cualquiera, cuando Sandy bajó las escaleras y se encontró con un desconocido en su casa. Sus ojos verdes, su voz tranquila y su sonrisa arrogante bastaron para desordenarle el corazón. Nadie le había dicho que era su primo lejano, ni que se quedaría a vivir allí por un tiempo.
Al principio se odiaban: él la provocaba con cada palabra, y ella juraba que no soportaba tenerlo cerca. Pero entre miradas que duraban más de lo debido, discusiones que terminaban en sonrisas y secretos que los unían sin querer, algo imposible empezó a crecer.
Él había llegado escapando de algo. Ella, sin buscarlo, se convirtió en su refugio.
Y cuando el amor aparece donde no debería... no hay distancia, ni apellido, ni razón que pueda detenerlo.