El Instituto siempre ha sido sinónimo de disciplina, prestigio y silencio. Entre expedientes, reuniones y reputaciones que deben mantenerse intactas, pocos se atreven a romper el equilibrio. Hasta que llega Julián Corvalán, el nuevo director.
Con una voz tranquila, un porte imponente y una sonrisa que nunca termina de revelar lo que piensa, Julián se gana el respeto de todos sin necesidad de levantar la voz. Pero detrás de su serenidad hay algo más profundo: una inteligencia estratégica y una firmeza que rara vez muestra... salvo cuando alguien lo desafía.
Y ese alguien es Gabriel Cervera, el coordinador académico. Metódico, brillante y con un carácter tan cortante como preciso, ha dedicado su vida al trabajo. No soporta que las personas no estén bien peinadas, el desorden, las improvisaciones ni las personas que se esconden detrás del encanto. Por eso Julián le resulta insoportable: demasiado relajado, demasiado seguro, demasiado desorganizado
Sin embargo, cada discusión entre ellos parece encender algo que ninguno puede controlar. Lo que empieza como una lucha silenciosa por el control del colegio se transforma en un juego de provocaciones, miradas y límites que poco a poco se desdibujan.
Entre informes y pasillos vacíos, ambos descubrirán que el poder puede adoptar muchas formas: a veces se ejerce con una orden, otras con una sonrisa... y otras, con una rendición que se siente más peligrosa que cualquier mandato.
Porque, al final, ni siquiera el más estricto de los hombres puede resistirse a quien realmente sabe cómo verlo.