Clark Kent había vivido toda su vida en Smallville, un pueblo tranquilo rodeado de campos infinitos y secretos silenciosos. Creció entre la rutina del lugar, ayudando a sus padres, observando más de lo que hablaba. Aunque todos lo conocían, nadie realmente lo conocía. Había algo en él -una calma distinta, una mirada que parecía siempre anticiparlo todo- que lo hacía diferente desde niño.
Melisa Lane, en cambio, venía de la ciudad. Una vida acelerada, luces, ruido, competencia. Desde pequeña aprendió a adaptarse, a no depender de nadie y a hacerse notar por su inteligencia y determinación. Pero un día, por decisión propia -y contra todo pronóstico- eligió terminar la secundaria en Smallville. Decía que quería un cambio, algo real, un respiro... aunque en el fondo ni ella entendía exactamente qué estaba buscando.
Lo curioso era que, pese a vivir en lugares tan distintos, Clark y Melisa nunca se habían cruzado. No hasta ahora. Y aunque aún no lo sabían, el momento en que sus miradas se encontraran marcaría el inicio de algo que ninguno de los dos estaba preparado para enfrentar.