La leyenda del gran guardián

-Atención, Pokémon. La razón por la que los llamamos aquí es la siguiente.

-Todos estamos de acuerdo en que una gran parte de los seres humanos son muy malvados y nos maltratan.

-¡Sí! -respondieron todos al unísono.

-De modo que necesitamos un Pokémon que nos represente y nos ayude a todos nosotros.

-Y ese sería el gran guardián.

-Nosotros no podemos serlo, pues honestamente pensamos más en nosotros mismos que en ustedes.

-Suponemos que ya conocen a este humano.

Las miradas se dirigieron hacia el niño inconsciente.

-Se nos ha dado la maravillosa idea de que él nos represente, que él sea el guardián de todos nosotros.

-Pero necesitamos saber cuál es la opinión de ustedes... el pueblo.

-Así que díganos, ¿qué es lo que opinan?

-¿Este humano merece ser el guardián de los Pokémon?

Entonces un pequeño Emolga se adelantó.

-Yo lo conozco y digo por experiencia que tiene un buen corazón. Así que si alguien nos podría representar y ser nuestro guardián, ese sería él.

El murmullo se transformó en clamor.

-¡Sí se lo merece! ¡Sí se lo merece! ¡Sí se lo merece!

Las aves alzaron las alas, pidiendo silencio.

-Ustedes así lo han decidido, y eso es lo que va a pasar.

-Lo vamos a transformar.

-La decisión está tomada. Entonces no perdamos más tiempo... hay que hacerlo.

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Y así fue como, en medio de una tormenta antigua y un canto ancestral, nació el Gran Guardián, aquel que en los siglos venideros sería conocido por todos como Lugia.