Gotham nunca duerme, y Tim Drake tampoco.
Entre archivos, vigilias y recuerdos que no encajan, su mente se ha vuelto un lugar que ya no le pertenece del todo.
Cuando Bruce Wayne regresa de la muerte, Tim espera redención.
Pero lo único que recibe es una herida nueva: la certeza de que no fue suficiente.
Esa noche, el niño prodigio que creía entenderlo todo deja de reconocerse a sí mismo.
Dentro de su cabeza, algo se abre.
Voces. Ecos. Presencias que ya no se quedan en sueños.
Noah, el guardián.
Edmmun, el niño que nunca crecio.
Y Eli, la que sonríe mientras todo se rompe.
Cuando Tim despierta con sangre en las manos y Bruce frente a él, la verdad se vuelve insoportable:
no todos los monstruos de Gotham usan máscaras.
Algunos viven dentro.