James, un adolescente cuyos padres apenas tenían para vivir, se mudó con ellos a una casa vieja, perdida entre los árboles y el silencio. Nadie había vivido allí en años.
Desde el primer día, James sintió algo... una presencia, una mirada constante desde los rincones.
-No es nada, hijo, solo los nervios de la mudanza -decían sus padres.
¿Pero una mudanza debería sentirse así? No lo creo.
Por las noches, cuando la casa quedaba en silencio, se oían pasos lentos subiendo las escaleras, puertas que se abrían solas, y susurros que pronunciaban su nombre.
Solo James los escuchaba. Solo él.
¿Qué pasará con James?
¿Logrará salir de esa casa?
Nadie lo sabe... y quizás, nadie lo sabrá jamás.