⏤͟͟͞͞ 𝙴𝚕 𝚁𝚎𝚏𝚞𝚐𝚒𝚘⏤͟͟͞͞

Ucrania siempre tuvo que aprender a valerse por sí mismo, incluso antes de poder comprender lo que significaba sentirse seguro. Nació en un mundo que parecía decidido a arrebatarle todo: su madre, que lo protegía con uñas y dientes, fue asesinada a sangre fría frente a sus ojos, y su padre, impotente y desesperado, luchó con palabras y con fuerza, intentando negociar con soldados que no conocían la palabra compasión, pero todo fue en vano. Su hermano mayor desapareció sin dejar rastro, y el joven quedó solo frente a la brutalidad de un hogar que prometía seguridad pero entregaba solo explotación.

Entre otros quince niños que compartían su destino, algunos unidos por sangre, otros por la casualidad cruel de la vida, Ucrania se convirtió en un solitario guardián de sí mismo. No confiaba en la palabra "hermano" ni en las manos que se ofrecían para ayudar; aprendió a alimentarse, a sanar sus propias heridas, a calmar los ataques de ansiedad que le atenazaban el pecho, todo con apenas siete años. Cada gesto de cuidado propio era un acto de resistencia, una pequeña chispa de libertad en medio del caos.

Y entonces llegó ella... o él, más bien. Una presencia que comenzó como algo extraño: una mano negra que surgía de su hombro y le contestaba con gestos, silenciosa, firme, acompañándolo en secreto. Con los años, esa entidad se transformó en un humano alto, imponente pero sereno, capaz de guiarlo y sostenerlo, de convertirse en el refugio que nunca creyó merecer. Era un amor silencioso, lleno de secretos y promesas tácitas, que lo enseñaba a volver a confiar, a abrirse, a creer que incluso en un mundo cruel podía florecer algo delicado y hermoso.