Las mentiras que ella no pudo ver con sus propios ojos

Entre los susurros del bosque y los fragmentos de lo que alguna vez fue amistad, ella aprendió que las mentiras más crueles no vienen de los enemigos, sino de quienes juran protegerte.
Sus ojos -antes ciegos por la confianza- ahora ven con la claridad que da la traición.
Cada palabra rota, cada sonrisa fingida, la convirtieron en alguien que ya no busca venganza... sino verdad.

Las sombras que la rodean no le dan miedo; son los rostros conocidos los que la hicieron temblar.
Y en el reflejo de lo que perdió, descubrió su mayor fuerza: la de seguir de pie, aun cuando el alma sangra.

Dedicado a esa ex "mejor amiga",
porque enseñaste que incluso las promesas más dulces pueden apestar a mentira.