En un mundo donde las criaturas mágicas conviven bajo estrictas jerarquías, los vampiros ancestrales gobiernan con leyes, poder y elegancia inmortal.
Entre ellos destaca Harriet Black, heredero directo de una de las familias más antiguas y respetadas del linaje Black. Frío, calculador y orgulloso, Harriet fue criado para creer que el poder lo es todo. En su mundo, los nombres y la pureza definen el valor de una criatura.
En la prestigiosa Academia de Magia y Artes Ancestrales; donde solo estudian los herederos de los grandes clanes, Harriet vive rodeado de admiración y temor. Hasta que llega Draco.
Draco es una momia dorada, descendiente de Lucius, un antiguo faraón que perdió su reinado por amor a un hombre étnico. Por esa unión, Draco nació con una mezcla de herencias: la maldición eterna de los faraones y la libertad espiritual de su madre adoptiva, Remus, líder de una tribu de licántropos. Aunque su cuerpo es el de una momia, su mirada es cálida y sus gestos están llenos de vida. Viste siempre de blanco y dorado, los únicos colores permitidos para los de su linaje, y conserva antiguas costumbres que a los ojos de Harriet parecen primitivas.
El choque entre ambos es inevitable:
Harriet, símbolo de poder y frialdad; Draco, un recordatorio viviente de lo que los vampiros consideran impuro.
Pero cuando el destino revela que sus almas están marcadas, Harriet deberá decidir si seguirá las leyes de su sangre o los dictados de su propio corazón.
Porque a veces, el amor más prohibido es el que reescribe la historia.
Dos mujeres opuestas se cruzan en el brillo falso del Miss Universo: Stephany, rígida y disciplinada; Fátima, libre y desbordante. Lo que debería ser rivalidad se vuelve una atracción que desafía su autocontrol y las reglas del certamen.