El Juramento de la Espina

No hay cuentos de hadas donde la sangre aún está fresca.
El reino que Yerin heredó se pudre bajo su propia corona, y cada sonrisa en la corte oculta una daga.
Ella aprendió a hablar con voz firme, incluso cuando el miedo le muerde los huesos.
Ella aprendió a mirar sin llorar, a mandar sin temblar...
hasta que llegó ella:
una mercenaria con olor a hierro y lluvia, con la mirada de quien ya enterró demasiados sueños.
SinB no nació para proteger princesas. Nació para sobrevivir.
Pero cuando la guerra toca la puerta y la traición florece entre sedas, ambas descubren que el cuerpo también puede ser un escudo... y una herida.
Entre muros que escuchan, espadas que callan y noches donde una manta compartida pesa más que un reino, el odio se vuelve deseo, y el deseo, condena.
Porque amar en tiempos de corona es un acto de guerra.
Y a veces, las espinas florecen sobre las ruinas.