
Mi vida nunca fue un cuento de hadas. Si tuviera que describirla, la llamaría una historia rota, llena de tormentos, sufrimiento sin fin, desgracia y muerte. A veces, en la quietud de la noche, me pregunto... ¿qué habría pasado si simplemente me hubiera quedado muerto? Tal vez, solo tal vez, habría sido lo mejor. La muerte hubiera puesto fin a todo, y nunca habría atraído su mirada. No me habrían arrastrado de las sombras, no me habrían despojado de lo que quedaba de mí. No habrían jugado con mi carne, mi mente, mi alma. No me habría convertido en su general, no habría sido el instrumento de su destrucción. Tal vez entonces tú y tu familia habrían vivido en paz, sin la maldición que mi existencia trajo. Pero supongo que nunca lo sabremos. El destino no tiene piedad. Yo no la tengo. Dijo el imponente general, con la voz baja y rota, al cadáver del que alguna vez fue un rey, mientras se mantenía sentado en el trono de un castillo en ruinas. La devastación que sus fuerzas habían sembrado estaba esparcida por todo el planeta. La ciudad que alguna vez brilló con vida ahora era solo escombros, la quietud de la muerte impregnando cada rincón, como si la misma tierra llorara en silencio.All Rights Reserved
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