No hay ningún toque descuidado entre nosotros

Draco y Harry eran amigos. Eso era todo, y Draco necesitaba aprender a agradecer ese hecho, por mucho que deseara acercarse y tocar a Harry en cada oportunidad.

Amigos. Tendría que ser suficiente.

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"¿Aquí es donde has estado viviendo?" preguntó Potter en voz baja.

Y como si se tratara de un actor contratado, una rata apareció por un lado del salón de Draco, se detuvo en medio del suelo para mirarlos y luego desapareció por un agujero en la pared opuesta.

"¿Por qué?" Potter se volvió hacia él con los ojos muy abiertos.

Draco se encogió de hombros, "Ya te dije que mi familia no quería que me uniera a los Aurores. Y no es tan malo, te lo prometo".

En el momento justo, la rata reapareció por el agujero de la pared y corrió hacia el diminuto baño de Draco.

"¡Bien!" exclamó Weasley, "¡Pues ya está decidido! Creo que vendrás a vivir con nosotros, amigo".

Y así fue como Draco terminó viviendo en el número doce de Grimmuald Place.