Ya no te escribo más poemas de amor. Tampoco creo en la posibilidad de verte. He borrado cada rastro tuyo de mí, pero la poesía... por Dios, la poesía aún te extraña, M.
A mis versos les di tu nombre, y aunque algunos ya no lo lleven, el poema -por sí solo- se delata: sigue siendo tuyo, no mío. Yo logré romper las cadenas que me ataban a ti, pero mis poemas no... ellos no han sabido olvidarte.
Tomé entonces cada uno, les arranqué las partes donde pronunciaba tu nombre y les di títulos nuevos, aunque no nuevas palabras. Tal vez los leas, o tal vez no. Ya no importa.
No te escribo más poemas, pero los que quedan aún suspiran por ti. Aquí los tienes... te los entrego, porque yo ya no quiero verlos más.
había un corazón roto que creyó que se arreglaría con alcohol, música y... bueno tal vez donde el chico rojo nunca busco el amor.
Como una estrella fugaz llego de la nada sin ningún aviso haciendo que mi corazón se estrujara como una fría brisa y me pregunto si esa estrella fugaz se quedara breve mente conmigo y desaparecerá como apareció o esa estrella verde me dejara quedarme a mí en todo lo que le quede de vida.
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