La herencia de los Ashworth: La sangre y la luna©✓

Astrid Ravenwood habitaba un mundo al margen de la realidad, un limbo donde las sombras danzaban y la fantasía se materializaba en horrores tangibles. Era su refugio precario, el último bastión antes de ser consumida por la oscuridad que la asediaba, una presencia voraz que amenazaba con engullirla por completo.

La universidad Saint Helora se erigía como un monumento a la dualidad, un crisol donde la luz y la sombra se fundían en un abrazo letal. Los estudiantes, inconscientes del peligro que acechaba, se pavoneaban con la arrogancia de los privilegiados, creyéndose inmunes a las garras del mal. Astrid, en cambio, se movía entre ellos como un espectro, sintiendo el peso opresivo de cada mirada, el eco fantasmal de cada susurro que parecía burlarse de su vulnerabilidad.

Los ojos que la escrutaban desde la penumbra no eran simples miradas; eran dagas invisibles que penetraban su alma, diseccionando cada uno de sus miedos, cada una de sus debilidades. Ojos hambrientos que la aguardaban con una paciencia inhumana, saboreando el momento de su inevitable caída.

Ahora, atrapada en la jaula dorada de la universidad, se sentía como una marioneta indefensa, obligada a representar un papel en un teatro macabro. Cada paso en falso, cada respiro agitado, la acercaba más al abismo. Era consciente de que alguien, se preparaba para asestar el golpe final, para reclamar su alma como un trofeo de guerra.