Yeon Si-eun jamás había creído en el azar... hasta que conoció a Hwan Yeorin.
Ella era el tipo de persona que no buscaba llamar la atención: reservada, observadora, con un silencio que pesaba más que cualquier palabra. Él, brillante y frío como una hoja afilada, había aprendido que acercarse a otros sólo traía complicaciones. Pero algo en ella-su calma impredecible, su mirada que parecía leer lo que nadie veía-hizo que Si-eun se detuviera por primera vez.
El encuentro fue breve, casi insignificante. Sin embargo, a él le bastó para quedar atrapado sin comprender por qué. Yeorin sintió curiosidad, apenas un cosquilleo; él, en cambio, sintió que algo dentro se despertaba.
Sin planearlo, comenzaron a cruzarse una y otra vez: en pasillos, en calles, en silencios compartidos. Ninguno lo decía, pero ambos lo sabían... se estaban buscando.
Lo que inició como una coincidencia se volvió una necesidad silenciosa.
Él la observa, tratando de descifrarla; ella lo evita, sin saber que ya lo está pensando.
Entre la oscuridad de las peleas, heridas invisibles y secretos que ahogan, esa atracción tenue se convierte en un lazo que ninguno puede cortar.
Porque a veces, el corazón reconoce antes que la mente...
y ellos estaban destinados a encontrarse.