En un reino donde la luz y la oscuridad no conocen frontera,
un ángel descendió por amor...
y un demonio, por amor, destruyó el cielo.
Ariadne, guardiana del amanecer, poseía alas forjadas con los hilos del alba.
Aldo, hijo del abismo, era la sombra que susurraba tentaciones al viento.
Juntos fueron un milagro imposible, una herida abierta entre el Paraíso y el Infierno.
Pero cuando los reinos prohibieron su unión,
Aldo decidió arrancarle las alas...
y con ellas, la vida que ella estuvo dispuesta a entregar por él.
Ahora, entre ruinas de fuego y plumas quemadas,
sus almas buscan redención en la llama que todo lo consume:
el fuego eterno, donde amor y condena son la misma palabra.
Porque en el fin de los tiempos, no hay castigo más dulce que amar lo que destruye.
Declan Kingsley es un grandioso jugador de hockey con un futuro prometedor, sueña con jugar para un equipo de la NHL cuando se gradúe de la universidad y ser el mejor. Siempre ser el mejor.
Se ha enfocado tanto en sus sueños que se ha olvidado de las otras cosas importantes en su vida, el amor, aunque sí que ha disfrutado de un sinfín de citas y chicas, pero jamás ha buscado una relación seria.
Cuando llega año nuevo y todos sus amigos están por dar el primer beso del año a medianoche, Declan siente repentinos celos y besa a la primera chica que se encuentra, Millie Harrison.
Millie Harrison jamás ha tenido novio y mucho menos ha dado un beso, por lo que se ve más que sorprendida cuando uno de los jugadores de hockey más codiciado en el campus de su universidad decide besarla.
Después de un par de sucesos, Millie decide enfrentarlo y proponerle algo de lo que ella cree que ambos podrían arrepentirse después, una relación falsa, pero ella está desesperada y necesita la ayuda de alguien como Declan, quien al parecer no solo está dispuesta a ayudarla, sino a conquistarla de verdad.