Antes de que el nombre de Harry Potter resonara en cada rincón del mundo mágico, Hogwarts seguía siendo un refugio antiguo, un lugar donde los secretos podían dormir entre las piedras y los corazones heridos hallaban silencio en sus torres.
Severus Snape había aprendido demasiado pronto que el amor podía ser tan devastador como una maldición. Perdió a la única luz que conoció y, sin embargo, el destino -cruel y compasivo a la vez- le ofreció una segunda oportunidad en los ojos de Aurora Sinistra, la mujer que observaba las estrellas como si en ellas pudiera leer el futuro. De aquel vínculo nacido surgieron tres hijas que llevarían su apellido.
Arianna, la mayor, heredó su inteligencia y su rigidez. Desde niña comprendió que la perfección era la única forma de ser amada... o al menos eso le enseñaron quienes se creían guardianes de la pureza. Pero tras su impecable sonrisa, oculta algo más; hay una herida que ni la magia puede cerrar.
Evie, la segunda, fue acogida con el mismo amor que sus hermanas. En la familia Snape nunca se le negó un lugar, ni un corazón que la quisiera. Sin embargo, incluso entre abrazos sinceros, ella siempre se sintió diferente. La Casa de Hufflepuff la recibió con la calidez que reflejaba su propia naturaleza, y en su bondad late una fuerza capaz de desafiar los prejuicios que otros no se atreven a cuestionar.
Y Evelyn, la menor, acaba de cruzar las puertas del castillo. Inocente y curiosa, ha decidido que el pasado no debe dictar el futuro. En su primer año, entre las risas de Draco Malfoy y las miradas desconfiadas de Harry Potter, se empeñará en algo que pocos considerarían posible: reconciliar a quienes nacieron para odiarse.
Bajo la misma bóveda estrellada que vio nacer su historia, las tres hijas de Snape aprenderán que el amor -como las constelaciones- brilla incluso sobre la oscuridad. Y que, a veces, el mayor de los hechizos no se lanza con una varita, sino con el corazón.
Los murmullos cubrían los pasillos mientras el famoso Harry Potter se dirigía hacia el patio, dispuesto a tomar aire fresco antes de tener que enfrentarse a ni mas ni menos que... DRAGONES.
-¿Por que tan tenso Potter? -le grito desde arriba en tono juguetón el rubio.
Harry se detuvo junto al árbol del patio y subió la mirada, solo para encontrase con algo que peor que los dragones, Draco Malfoy.
-Eileen y yo apostamos, le dije que no durarías ni cinco minutos en el torneo -expreso con una sonrisa con sorna- ¿Qué crees que dijo? -pregunto mientras se acercaba con una sonrisa a Harry-. Que no durarías ni uno.
Harry miro a Malfoy irritado, observo a los dos gorilas que lo seguían siempre a sus costados, Crabbe y Goyle, y finalmente dirigió lentamente su mirada a una de las chicas mas peligrosas de Slytherin, la indomable, fría y sarcástica, Eileen Snape, su apariencia era muy semejante a la de su padre, su largo cabello negro cubría su frente, el resto de su rostro normalmente estaba detrás de las gruesas pastas de los libros de pociones, sin embargo, esta vez el libro estaba en su regazo y miraban con un peculiar brillo en los ojos a Harry.
-Muy divertidos -les gruño a ambos mirándolos con irritación-. Me encantaría verlos enfrentarse a un dragón.
-¿Dragones? -exclamo Malfoy entusiasmado-. Así que esa será la primera prueba... -su sonrisa se ensancho y unos segundos después rodeo los hombros de Harry con su brazo-. No puede ser tan malo, has lidiado con ella estos últimos años -sonrió dándole a Eileen una mirada burlona, pero esta no duro demasiado en su rostro cuando ella alzo su varita...
Los personajes de Harry Potter no me pertenecen, son de J.K. Rowling, al igual que el mundo de Harry Potter, personajes fuera de la saga, son completamente míos.