𝗥𝗘𝗗 𝗟𝗜𝗡𝗘

La línea estaba dibujada desde antes de que naciera.

No por sangre ni tinta. En genética, leyes y expectativas.

Isabel la había cruzado muchas veces: cuando se convirtió en la primera Omega en dirigir una empresa familiar, al enfrentarse a sus hermanos y decidir que su cuerpo no sería una moneda de cambio. Pero ahora, esa línea se volvía más estrecha. Más cruel.

La cláusula era clara: sin descendencia antes de los treinta, su derecho a heredar se extinguiría. No importaban los contratos que había cerrado, los imperios que había expandido. Sin un hijo, sin una prueba biológica de continuidad... Todo se perdería.

Y el tiempo corría.

Por otro lado, la línea de Ren era invisible, pero igual de cruel. Su madre la había trazado con miedo, sobreprotección. Aunque siendo mayor de edad y que tenía la habilidad de arreglar motores complejos como si fueran extensiones de su cuerpo, en casa seguía siendo "una niña", la que debía obedecer, la que no debía vincularse, la que no debía crecer.

Ambas vivían bajo reglas que no eligieron.

Ambas estaban a punto de iniciar una historia que empieza justo cuando la línea se vuelve roja.