Hay días que no se olvidan, no porque sean felices, sino porque marcan el momento en que tu vida cambia para siempre. Para mí, ese día comenzó con un amanecer sobre el Lago de Maracaibo que ya no se sentía como hogar.
Entre cajas a medio cerrar, silencios que pesaban más que las palabras y despedidas que dolían incluso antes de llegar, entendí una verdad que me partió en dos: irse no siempre es un sueño... a veces es la única manera de sobrevivir.
Dejar atrás a mis abuelos, sus abrazos que querían retenerme, las calles calientes del Zulia, los sonidos de mi ciudad, lo que fui y lo que aún no sabía que perdería... fue mi primera ruptura con la vida que conocía.
Pero el Zulia no se deja.
El Zulia se queda contigo, incluso cuando te vas.
La tierra que dejé atrás es la historia de una despedida forzada, de un hogar que duele, de una reconstrucción necesaria. Es el relato de aprender a soltar lo que amas, buscar un futuro incierto y descubrir que emigrar no solo es partir un país... es partirse a uno mismo.
Una historia real, humana y emocional para quienes saben lo que es irse, dejar, perder... y aun así seguir.