¿Y si la muerte de mi padre no fue un accidente, sino una maniobra bien planeada en un juego que yo acabo de empezar a jugar?
Styles vivía y moría por el asfalto caliente y el rugido de un motor trucado, hasta que la velocidad, su única lealtad, se prendió en su contra. El fuego no solo consumió el circuito, su santuario, sino también el corazón de su vida. Ahora, con las manos manchadas de grasa, es un fantasma exiliado en el sombrío mundo de la mecánica, condenado a apreciar el peligro que ama solo desde el reflejo de una llave inglesa.
Su penitencia dura hasta que...
En el circuito más brutal de Tailandia, donde la línea de meta y la morgue están separadas por un suspiro, aparece Tawan. El chico enigmático no corre; caza. Su mirada, un abismo de riesgo y promesa, es el disparo de gracia para la fachada de Styles. Es la adrenalina pura que Styles intentó enterrar.
Una sola noche imprudente basta para que el heredero del imperio más temido del país se fije en el mecánico. "¡Solo fue un error de una noche!", Styles advierte, pero Tawan no conoce el significado de una retirada.
Arrastra a Styles a su universo de lealtades rotas y poder sin límites, un lugar donde cada confianza tiene un precio que se paga con sangre.
En el centro de ese infierno, la verdad lo golpea con la fuerza de un choque frontal:
¿Y si todo lo que has perdido no fue una tragedia, sino el precio de tu entrada a la verdadera carrera?