Nina Valderrama siempre ha vivido bajo techo, bajo reglas y bajo permiso.
Hija única, mimada, delicada, acostumbrada a que el mundo la trate como una princesa de cristal.
Leah Montenegro no.
Independiente desde los diecisiete, fría como el invierno, trabaja, estudia y sobrevive a punta de carácter. A ella nadie la manda... mucho menos una niña bien.
Cuando la universidad las obliga a trabajar juntas, el choque es inmediato:
la princesa y la rebelde, la perfección y el caos, el "sí, mamá" y el "yo me las arreglo sola".
Lo único en lo que coinciden es en algo: no se soportan.
Pero entre discusiones, miradas tensas y un odio que quema demasiado, ambas empiezan a descubrir que detrás de cada insulto hay un latido.
Que la rabia no es rabia.
Que la distancia se vuelve insuficiente.
Y que tal vez la razón por la que se irritan tanto...
es porque se desean aún más.
A Nina le sobra miedo.
A Leah le sobran paredes.
Y las dos, sin querer, empezarán a derrumbarse mutuamente.
¿Qué pasa cuando la chica que juras odiar es la única que hace temblar tu mundo?
¿Y qué pasa cuando, por primera vez, Nina quiere hacer algo sin pedir permiso a nadie... excepto a su corazón?
Alicia Castillo nunca pensó que acabaría en un campo de fútbol. Obligada a inscribirse en el equipo universitario para ganar créditos, se dará cuenta de que no es lo suyo, hasta que choca con Ego una de las estrellas del equipo masculino.
Deberá pedirle ayuda aunque vaya en contra de sus deseos.
Lo que comienza con una colaboración forzada se acabará convirtiendo en algo mucho más complicado, acabando envueltos en un misterio que no se resolvió.