Cruzadas: La Lente y el Trazo

En un café tranquilo, el mundialmente famoso idol Jungkook, disfrazado con gorra y mascarilla, buscaba anonimato e inspiración como fotógrafo aficionado. Su atención se centró en un joven dibujante intensamente concentrado junto a la ventana.
Impulsado por la belleza de su dedicación, Jungkook le tomó varias fotos con su cámara Leica, capturando la pasión en sus manos y expresión. Al ser descubierto, se disculpó, presentándose como un fotógrafo admirado por el arte del desconocido.
La conexión se profundizó cuando el dibujante reveló ser también un talentoso bailarín, capaz de plasmar el movimiento con líneas fluidas. Jungkook, asombrado por el boceto, se sintió validado como artista, disfrutando de ser simplemente "Jungkook, el fotógrafo".
El anonimato se rompió cuando el joven escaneó su código QR y descubrió el perfil de Instagram del Golden Maknae de BTS con millones de seguidores. A pesar de la impactante revelación, la admiración mutua por el arte superó la fama.
Su relación evolucionó hacia una colaboración íntima en el estudio personal de Jungkook, donde el joven dibujó al idol en movimiento. La tensión artística y personal culminó cuando, dejando de lado los bocetos y las cámaras, compartieron un beso que confirmó su conexión.
Semanas después, antes de un concierto masivo, el joven se convirtió en el ancla de calma de Jungkook. En un momento robado detrás del escenario, el idol reafirmó su compromiso con el hombre que lo veía, no como una leyenda, sino como la persona sensible y artística que buscaba capturar la belleza, prometiendo que su amor era un momento que "no borraría".