Al inicio, Rhaenyra Targaryen y Ahmes Hassan no podían estar en la misma sala sin discutir. Sus mundos eran demasiado distintos: Westeros y Egipto chocaban como el fuego contra la arena. Cuando los faraones, padres de Ahmes, viajaron junto a la princesa Ahemes para forjar una alianza con la familia de Rhaenyra, la tensión aumentó; ninguna de las dos cortes terminaba de confiar en la otra.
Sin embargo, la situación cambió con el embarazo de la reina Aemma. La convivencia durante ese periodo obligó a Rhaenyra y Ahmes a pasar más tiempo juntas, y entre conversaciones, desacuerdos que se volvieron sonrisas y pequeños gestos de apoyo, comenzaron a derrumbarse las barreras entre ambas.
El verdadero obstáculo llegó con Alicent Hightower, quien fingía estar enamorada de Rhaenyra mientras ocultaba su verdadero motivo: impedir que los sentimientos de Rhaenyra por Ahmes crecieran. Al notar la cercanía de ambas, Alicent difundió mentiras sobre Ahmes, intentando separarlas y recuperar la atención de Rhaenyra.
Pero el plan falló. Las falsedades solo lograron abrirle los ojos a Rhaenyra: el "enamoramiento" que creía sentir por Alicent se desvaneció, y en su lugar empezó a ver a Ahmes Hassan con una claridad nueva, más profunda y real.
Así, lo que comenzó como un choque de reinos terminó convirtiéndose en un vínculo inesperado, fuerte y destinado a desafiar incluso a la historia de sus mundos.