En el abismo reinaba un silencio sepulcral, pero en esa soledad inquietante, había un nombre: Tomás. Sin saber cómo ni por qué, se encontró transportado a un plano que sería conocido como el Mainframe; una colosal estructura donde todas las posibilidades coexistían y sus conceptos eran eternamente preservados. Allí, se hallaban todos los mundos matemáticamente imaginables, comprimidos en un único punto de infinitas dimensiones.
Pero Tomás, oh, Tomás, era una anomalía en este vasto universo. Su existencia desafiaba las leyes de la lógica y la razón; era una imposibilidad hecha carne. En un lugar donde todo parecía tener sentido, él era el hilo suelto, la ruptura en la tela del orden. Y como suele suceder con lo imposible, su llegada trajo consigo un torrente de consecuencias imprevisibles.
Mientras navegaba por los laberintos del Mainframe, Tomás comenzó a conectar fragmentos de realidades y vislumbrar ecos de identidades perdidas. Cada paso que daba resonaba como un eco en la vasta sinfonía del infinito, desatando un caos sutil que amenazaba con reconfigurar el tejido mismo de aquel mundo. ¿Podría ser que su existencia, lejos de ser un error, fuera la llave para desentrañar secretos ocultos y abrir puertas hacia nuevas realidades?
Con cada descubrimiento, Tomás se enfrentaba a la verdad de su naturaleza: un ser creado a partir de un error que podría, paradójicamente, hacer reequilibrar el universo del Mainframe. En su travesía, deberá confrontar las fuerzas que buscan aplastarlo y, al mismo tiempo, abrazar su singularidad como un regalo. En un plano donde nada es lo que parece, la pregunta persiste: ¿podrá lo imposible convertirse en su mayor fortaleza?
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