En la era donde el acero y el misticismo se fundían, Vivía en Soria un rey, cuya gloria hoy palidecía. Era el Rey Alfonso, de fuerte y noble perfil, Mas su trono era el eco de un amor señorial.
Un día, la campana que anuncia doble aurora, Trajo al castillo el llanto que su dicha devora. Nació el príncipe, un brote, esperanza y razón, Pero al dar la vida, marchó su corazón. La Reina Elara, faro de luna y jazmín, Se hizo sombra. Y el hijo, al seguirla, tuvo un fin.
Quedó el rey solo y roto, sobre un manto de luto, Su corona de oro era solo un yermo fruto. El tiempo, cruel verdugo, tejía la tristeza, Y Alfonso, el conquistador, se rindió a la pereza.
Desde el reino de Al-Andalus, de especias y sol, Llegó su amigo, el Sultán, con un séquito crisol. "Hermano Alfonso," dijo, "tu dolor es mi aflicción, Mas el alma del hombre precisa de distracción."
Y llegaron carretas, cargadas de opulencia, De seda de Damasco y vino de esencia. Entre el séquito, un grupo, veladas al mirar, Esclavas de tierras lejanas, vestidas para danzar.
Una relación oculta en la neblina ¿resistirá la lluvia o tormenta que se avecina? ¿Podrá florecer al salir el sol?
Gastón y Nina, sin saberlo, se conocen más de lo que creen. ¿Podrán superar la niebla quitándose sus mascaras cibernéticas?
#Gastina #SoyLuna