𝐂𝐨𝐫𝐨𝐧𝐚 𝐝𝐞 𝐜𝐨𝐧𝐬𝐞𝐜𝐮𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚𝐬 |...
Do Ra-hee siempre había vivido en la cima. No por talento ni por mérito, por apellido. La única hija de una familia tan obscenamente rica que incluso sus errores venían con un precio, nunca con consecuencias. Las puertas se abrían antes de que ella las tocara, los adultos sonreían incluso cuando debía ser regañada, y cualquier problema desaparecía con una firma, una llamada o un cheque.
Desde pequeña aprendió una verdad simple.
Ella tenía poder, los demás no.
Y Ra-hee creció sabiendo usarlo.
Detrás de su rostro perfecto -piel impecable, ojos que rara vez parpadeaban, labios siempre relajados- se escondía algo afilado. Una inteligencia fría, paciente, selectiva. Una crueldad distinta a la de sus amigas; menos impulsiva que Yeon-jin, menos histriónica que Sara, menos ruidosa que Myeong-oh.
Ra-hee no insultaba, no gritaba, no ensuciaba sus manos.
Ella decidía.
Decidía cuándo mirar, cuándo ignorar, cuándo sonreír.
Decidía quién podía respirar tranquila y quién no.
Decidía en qué momento exacto una persona se quebraba.
Su familia decía que era "disciplinada".
Los profesores decían que era "fuerte".
Pero las víctimas...
Las víctimas temblaban con solo escuchar sus pasos.
Para Ra-hee, el dolor ajeno no era tragedia ni accidente.
Era entretenimiento.
Un recordatorio de que ella estaba arriba, y los demás abajo.
Que el mundo funcionaba a su favor, y nunca en su contra.
Entre todas las personas que quedaron bajo su sombra, hubo una que siempre recordaría, no por remordimiento, sino por costumbre.
Moon Dong-eun.
The glory.