10 parts Ongoing MatureEl bar no era un lugar que Fátima soliera elegir. Demasiado ruido, demasiada gente, demasiadas miradas que no pedían permiso. Aun así, esa noche entró como si algo invisible la estuviera empujando hacia dentro. Las luces de neón pintaban su piel de tonos que no reconocía, y el aire olía a alcohol, humo y decisiones que nadie pensaba asumir del todo.
Fue ahí donde la vio.
Stephany Abasali no destacaba por llamar la atención; destacaba porque no lo intentaba. Ocupaba el espacio con una calma peligrosa, como si todo a su alrededor existiera solo porque ella lo permitía. Su presencia era un peso suave pero constante, una gravedad que no gritaba, pero que atraía. No miraba a Fátima directamente, y aun así, todo en ella parecía saber que Fátima estaba ahí.
Fátima sintió la incomodidad instalarse en su pecho, esa mezcla de nervios y curiosidad que no solía confiar. Había aprendido a contenerse, a no dejar que las emociones la traicionaran, a no permitir que nadie la leyera tan fácil. Pero Stephany no necesitó acercarse para romper ese equilibrio; bastó con existir en el mismo lugar, bajo las mismas luces.
El bar seguía su curso normal. Vasos que se llenaban y se vaciaban, risas falsas, música demasiado alta para esconder lo que cada quien llevaba dentro. Sin embargo, para ellas dos, el tiempo parecía avanzar de otra forma, como si esa noche estuviera a punto de marcar algo que aún no tenía nombre.
Stephany observaba todo con atención calculada. No había prisa en sus movimientos, ni urgencia en su forma de estar. Era el tipo de persona que parecía saber exactamente cuándo avanzar y cuándo quedarse quieta. Y Fátima, sin darse cuenta, ya estaba demasiado cerca del borde de algo que jamás había planeado cruzar.
Aquel bar no sería solo un lugar más. Se convertiría en un punto de quiebre, en el inicio de una historia silenciosa pero intensa, donde el control y la vulnerabilidad aprenderían a reconocerse.